Me apuré, te juro que hasta casi que corrí para no tener que saludarte, esperanzada en que no me ibas a ver y hasta miré el cactus que llevaba en la mano, como quien mira el celular, para no tener que saludarte. Pero no hubo caso, te empeñaste en saludarme y me interceptaste como si yo intentara escaparme de vos, dejame decirte que esa era la intención, pero lamentablemente no lo logré.
Ese beso y abrazo, esa mirada, la odio, te juro. Te me quedaste hablando, me preguntaste cosas y yo solo te pregunte como estabas porque seguía con intenciones de zafar de vos. Pero bueno, te empeñaste en acompañarme y ahí te dije que yo iba para otro lado diferente al tuyo (en todos los sentidos) y me cagaste otra vez y me dijiste que me acompañabas igual. Caminamos, frené con la ilusión de que me dijeras chau pero sin embargo seguiste hablando. Me tenía que ir, y fue la excusa perfecta porque te lo dije y no te quedo otra que despedirte.
Sentí ganas de correr otra vez, correr y llorar esta vez. La verdad que no se que es mejor, si que seas descortés conmigo o que seas así de ¿insistente?.
Lo peor es que después pase por donde estaba tu auto y había alguien que estoy segura no eras vos, pero no me dio el coraje para mirar bien y ver si era hombre o mujer la persona que estaba en tu auto.
Me cago en mi, me cago en vos, pero más me cago en mi.